martes, 5 de julio de 2011

El desierto

Inmaculada blancura que funde dos existencias paralelas hasta el momento. Lleva al desencuentro audiovisual de los sentidos más desarrollados por cada psiquis humana. Un colchón, un ventanal. Blanco.
Entrelazados por las visiones cuasi esquizofrenicas de un futuro próximo pero tan lejano imprimen en un papel el camino a seguir reflejado en un espejo engañoso que conduce al vacío. La libertad de despojarse de la cárcel carnal. Desarrollando la imagen y la voz. Voz de un contrabajo a veces agudo y visión de una presencia corporal distinguida entre una multitud negra.

Sin final.

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