sábado, 9 de julio de 2011

Animal

Casi como un animal salvaje enjaulado se mueve por la habitación. Algo le molesta, algo le inquieta. Tiene sus instintos a flor de piel. No puede pensar, sus instintos controlan su cuerpo. Cada uno de sus movimientos es impulsado por esa fuerza salvaje que envuelve su esencia y sale a resurgir en noches como estas. Un gruñido ahogado en su pecho quiere salir. Desea sangre, desea calor.

1 comentario:

un Vagabundo dijo...

¿Alguna vez tuviste las manos con sangre? Es un calor diferente, gustoso. Como conteniendo una vida en tus manos, sabiendo que al mínimo movimiento la vas a dejar caer y morir; pero es sólamente sangre.
Y al final, cuando se enfría, es un frío cortante; todo el calor recibido se desvanece en el aire y un horrible frio te hiela las manos.
No se porque, pero se me vino a la mente esto.