sábado, 2 de junio de 2012

Sin dirección

Solo con el momento propicio podría detener el tiempo y el espacio, todo lo que gira alrededor se volvería no más que un leve recuerdo por al menos un minuto. El instante en que el sudor no corre más por la nuca y las pulsaciones se detienen. Los oídos zumban en la oscuridad, el desvaneciente clamor de la carne atenta contra un plan perfecto. Los deseos nublan el segundo, el minuto y la vida completa.
Humo que se esfuma en la infinidad, se deshace cual va pasando su momento. Palabras que sin sentido abundan dejándonos sin sabor, sin dirección.
Sin nada, desprendo del alma una coraza que ya no sirve, libero al prisionero finalmente. Infinidad no debo pedirte permiso para formar parte, porque donde nada es real. Me albergo adueñándome de todo y dejando que se adueñe de mí.

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