lunes, 26 de septiembre de 2011

Eso, eso

En las deshoras encuentra el nido de la serpiente en que se ha convertido. Nunca baja de la gama de los verdes y se arrastra con su suave piel entre los desdichados mortales. Incluso peor que la propia semilla de la discordia, logra que naciones enteras entren en guerra. Le han llamado Helena algunos y otros Rigoberta. Poco importaría si fueras vos, si fuera él o si fuera yo.
Conteniendo las ganas de lavar las palabras alguna vez ensuciadas y gastadas, poco queda por hacer. Indelebles son las manchas que ahondan en una historia, como la de nunca acabar.
Mientras se repiten una y otra vez las palabras de un inconsciente duro como el concreto, parte y reparte a quienes conformen esta inocente locura llamada juventud.

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