miércoles, 7 de agosto de 2013

El lugar

Entrar reteniendo el aire, sonreír y dejar que la confianza inunde tu ser. Sonrisa agradecida después de pasar la prueba de fuego. Más clandestino, más emocionante. Recorrer hasta encontrar el punto deseado. Lo de siempre. Sonrisas al pasar. Olor rancio y atrayente que inunda los recuerdos. La mezcla de calor humano, sustancias, inocencia y hormonas que despertaban instintos desconocidos.
Miradas cómplices, sabíamos que iba a pasar. Las paredes multicolores teñidas de versos delataban la naturaleza de este peculiar hogar nocturno. Amables disculpas antes de partir a la solitaria caminata en busca de experiencias. Tambaleantes pasos llenos de seguridad guiados hacía el punto deseado.
Años de anécdotas dignas de recordar. El corte, sombrero, mentira, ojos, vestido, muchas. Historias dignas de una adolescencia que clamaba descontrol. De tres a cinco, en todos los sentidos. Idas y vueltas, alegría que escapaba de nuestros poros. Las primeras veces llenas de charlas sin sentido y descaradas palabras.
¡Qué bien te ves! Todo queda entre los azulejos, yo me porto tan bien. Ante todo el deseo descarado lleno de intensas miradas. El volver para contar cuantas cuerdas se tocaron y unos dulces sueños sin dolor de cabeza en la mañana.

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