miércoles, 12 de octubre de 2011

Dos

En una baraja se definió el destino que debí seguir. Como se debe sentir cuando te clavan un puñal en el centro del estomago. Como corre tu vida frente a tus ojos. Cuando no es sangre lo que cubre tu cuerpo, sino dolor. En el momento en que esos fantasmas salen para apoderarse de tu vida, de tu pasado, de tu presente, ahí  te encuentran retorciéndote en una esquina de la habitación.
De repente, no dolió más. Corriste, corrí, corrimos por la capital de los sueños rotos, de mis fragilidades ocultas. En cuanto lo recordé, no pude dar vuelta atrás y gire alrededor de un pozo al cuál me negué volver a caer, por lo menos con vos.

No hay comentarios: