lunes, 17 de septiembre de 2012

Montaña rusa II

La puerta se abre y todavía duele cruzarla. Duelos que se hacen canciones ajenas en la infinidad de algo que no perteneció a mi mundo, sino al tuyo. Nuestro es el llanto que llego a meses del golpe final. Despegar del alma, imposible de curar y nadie puede lograr borrar marca de cuanta aguja se clavo. Suturas de alambre recorren cuanto paso doy, desangrando. Es hora, mi hora.
No volver ahoga, pero la arena no tiene piedad y hoy ya es tarde ¿Cuántos días más va a curar? Marca queda, no has de preocuparte. Yo me he de preocupar por no dejar mis restos en tu infinidad. Cuanto más rápido sanes, mejor he de estar.
No mires atrás que mi debilidad ante esa mirada, que espero no ha de cambiar; no podría dejarte escapar más.

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