El frío logro unir las dos mitades del rompecabezas. Cansados de buscar, sus labios decidieron darse por vencidos y ante la falta de esperanza, descubrieron el camino.
En el solitario piso, las luces de una pared resplandecieron. Cuanto más podría alegrar que un robo despiadado al interior. Sabanas de inigualables colores adornadas con tanto calor lograron calmar el desangro de una herida mayor. -Me estoy muriendo. -No, solo es tu corazón. Dijo, un beso y se ausento.
Puertas que no llevan a ningún lugar y un clamor de auxilio se desvanece por el corredor. Encuentra un pañuelo negro, finalmente llego. El verano termino, y con él las aventuras de horas viajadas con el imparable impulso de otra voz, de una esperanza y un dejo de intuición.
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